El técnico del Real Madrid apuesta por un modelo formativo que prioriza la toma de decisiones, la responsabilidad individual y los valores extradeportivos en la segunda edición del Campus que lleva su nombre.
El Campus Paco Redondo celebra este verano su segunda
edición en Badajoz y lo hace con una ambición clara: consolidar una propuesta
formativa que va mucho más allá del baloncesto. Bajo la dirección de uno de los
entrenadores ayudantes del Real Madrid, el campus no solo busca mejorar las
capacidades técnicas de los jóvenes participantes, sino también inculcar
valores esenciales como la puntualidad, el respeto o el esfuerzo.
"La novedad es seguir creciendo sobre el trabajo
realizado el año pasado. Este año queremos que los propios jugadores diseñen su
entrenamiento en función de sus necesidades", afirma Paco Redondo, convencido
de que la personalización del trabajo es clave para el desarrollo integral del
jugador.
Con cerca de 60 inscritos en las tres primeras semanas
y un máximo de 65 plazas, el éxito de participación es una prueba del interés
que ha generado esta iniciativa tanto a nivel nacional como internacional. "El
primer año es el más difícil, pero ahora las familias ya conocen lo que
ofrecemos, y eso se traduce en confianza por su parte y trabajo por la
nuestra", señala Redondo. "La pasada edición hicimos un último día de puertas
abiertas, y el feedback fue realmente
positivo y las impresiones directas o por redes sociales así lo han confirmado
en las inscripciones para esta segunda edición", añade Redondo.
Uno de los pilares del campus es la presencia de Juan
Trapero, preparador físico con experiencia de élite y colaborador habitual de
Redondo: "No entendería una mejora de un joven jugador sin un trabajo físico
detrás. No solo para potenciar su técnica, sino también para prevenir
lesiones", explica el técnico. El diseño de cada jornada sigue una estructura
clara: trabajo pre-entrenamiento, preparación física, sesión principal,
competición y post-entrenamiento. Pero el enfoque no se queda en lo técnico, la
formación del jugador también pasa por la conducta y el respeto al entorno.
"Encontramos ciertos déficits en la primera edición en
la rigurosidad en el trabajo y en todo lo que le rodea, y quisimos
transmitirles la importancia de que ser jugador de baloncesto o simplemente
hacer deporte conlleva unas circunstancias que independientemente de la edad
han de cumplir, como por ejemplo: ser puntuales, respeto al
compañero/entrenador o árbitro, dejar la instalación como la han encontrado,
pedir las cosas por favor al conserje/responsable de la instalación, etc, esto
también es ser jugador de baloncesto", remarca.
El campus no sería posible sin la colaboración del club
local Vítaly La Mar BCB, al que Redondo atribuye un papel fundamental: "Son una
de las cuatro patas del proyecto. Me ofrecieron esta iniciativa y cuidan cada
detalle. Joaquín Cuadrado, en concreto, es nuestra mano derecha", destaca. Además,
el técnico valora el trabajo conjunto entre instituciones, clubes y
federaciones en el desarrollo del baloncesto en la región. "El crecimiento pasa
por sumar esfuerzos. Badajoz ha ganado repercusión y se está trabajando muy bien
con los jóvenes", señala.
Redondo no oculta su deseo de que el campus sirva como
trampolín para talentos extremeños: "Ojalá podamos detectar antes las virtudes
y carencias de los jugadores y ayudarles a crecer sin descuidar su formación
académica."
La conciliación con su labor en el Real Madrid no es
sencilla, pero el trabajo en equipo lo hace posible. "El campus lleva mi
nombre, pero hay mucha gente detrás. Empezamos a organizarlo en septiembre del
año anterior. Aprovecho para agradecer a todo el equipo de trabajo que lo hace
posible", explica. Respecto al futuro del Campus, Redondo se muestra abierto y
generoso: "Mientras el BCB quiera, el ayuntamiento apoye y yo pueda
compaginarlo, seguiré con el campus. Pero también hay que dejar espacio a
nuevos proyectos. Me alegra ver que otras iniciativas parecidas están surgiendo
en la provincia."
El Campus Paco Redondo es hoy mucho más que un punto
de encuentro para jóvenes apasionados por el baloncesto: es una escuela de
vida, una plataforma de crecimiento personal y deportivo, y un símbolo de que
el talento necesita estructura, pero también valores para florecer.